lunes, 24 de agosto de 2009

SECUESTRO

Hoy viví algo que jamás pensé que viviría.
Al volver de la cancha pude ver, durante el entretiempo del partido que seguía, los mismos goles que rato antes había gritado.
Es cierto, no es nada extraordinario, pero da cuenta de hasta dónde el Grupo Clarín nos había degradado como teleespectadores. Guardaba para sí lo que era de todos, o bien, de nadie. Y naturalizaba esa situación.
Estoy convencido de que ver los goles sin tener que esperar hasta la noche es un derecho, como teleespectadores, al que jamás debimos renunciar. Y es un derecho por el que debemos velar en lo sucesivo, si es que en realidad nos están cambiando de collar, pero seguimos siendo perros.

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