Fulbocentrismo, en lugar de futbolcentrismo.
Porque el fúlbo es más nuestro que el fútbol.
Fulbocentrismo es suponer que existe una única manera de jugar al fútbol, la nuestra, y que todos los demás, los extranjeros, juegan mejor o peor pero siempre de acuerdo a nuestra propia idea de cómo debe ser el fútbol.
Fulbocentrismo es asumir que nuestra forma de jugar no es particular a éstas tierras, sino válida para cualquier pueblo en cualquier lugar. Y que nuestra forma de jugar es la medida desde la cual todas las demás expresiones de éste deporte debe mensurarse. Pero mensurarse desde la carencia: los demás pueblos se parecen más o menos a nuestro estilo, y eso los hace mejores o peores.
Si el noruego gambetea poco, suponemos que no tiene la habilidad de los argentinos; ergo, no es tan bueno. Si el alemán no tira caños, suponemos que no tiene la picarezca y la improvisación de los argentinos; ergo, no es tan bueno.
El fulbocentrismo no nos permite pensar que el estilo es irreductible a cada pueblo. Y que el fútbol es otro modo de expresarse, particular e intransferible.
La pregunta por cuáles serían los parámetros que usamos a la hora de medir al otro en relación a nosotros, no es otra cosa que preguntarse por la esencia del fútbol argentino.
¿Cuál es la esencia del fútbol argentino? ¿Cuáles son sus características?
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