martes, 8 de septiembre de 2009

CRÍTICA DE LA CRÍTICA


Que en Argentina las críticas sean infundadas no es de extrañar; que sean feroces y veloces, tampoco.

Tales son las características que asume la crítica en estas tierras. Y tan enérgico debe ser el movimiento que restituya a la crítica su cabal sentido: el sentido de la construcción.

Parece una frase remanida, pero es así: la crítica debe ser constructiva.
Aquí hay un privilegio de la espontaneidad y la violencia que convierten a las opiniones en críticas destitutivas.

Como asistimos últimamente en los debates públicos, las críticas nunca tienen una intención de hacerle notar al otro el error y encarrilarlo nuevamente en el sendero que, consideramos, debe transitar. Las críticas buscan solamente que el otro se vaya; no se perdona, no se evalua, no se tira para el mismo lado.

Por suerte el tiempo ubica a todo y todos en el plano correcto.
Maradona tendrá o no razón de acá a doce meses, pero podremos juzgarlo solamente quienes no hayamos intentando destituirlo. Los que lo condenan hoy, son los que mañana se sentarán en el umbral y dirán: "ves, yo te avisé, Maradona no servía para nada". Esos, los buitres de siempre, creen que el fracaso ajeno está atado a su éxito personal. E hinchan más por su propio ego que por la Selección. Pobre de ellos.

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